¿Cómo afecta el calor a nuestro coche?
Las afectaciones que sufre un automóvil, a causa de las elevadas temperaturas, propias del verano son muchas. Veamos las más representativas:
El rendimiento del motor disminuye hasta en un 15 %.
Aumenta la probabilidad de daños en el sistema de aire acondicionado en un 35 %.
La banda de rodadura de los neumáticos se calentará más allá de lo normal – que de hecho es mucho -, ocasionando un desgaste superior al 25 %, en comparación con el producido en otras estaciones del año.
Las pastillas de los frenos, al rozar contra el disco, generan calor. En verano, se hace mucho más difícil la refrigeración, ocasionando temperaturas tan altas, que pueden deteriorarlas, con las consecuencias previsibles.
Un coche, aparcado al sol en el verano durante varias horas, puede ocasionar quemaduras al conductor, cuando regresa al volante. Además, el recubrimiento del volante y de los asientos se deteriorará y envejecerá en forma acelerada.
Aunque no representa un riesgo para la conducción, la pintura exterior también se ve afectada por el calor en el coche en los meses de verano.
Los accesorios líquidos que requiere el coche para su correcto funcionamiento, como el agua, los aditivos, el aceite lubricante o el líquido para frenos, se consumirán mucho más rápido y, por supuesto, será necesario reemplazarlos con intervalos menores a los acostumbrados en otras estaciones.